martes, marzo 14, 2006

Humedad

Lo vi asomarse a la puerta de calle cuando doblé en la esquina. Desapareció adentro del edificio y me esperó de pie junto al ascensor. Qué día más aburrido, fue lo primero que dijo cuando entré.

La gente anda aburrida me aseguró y apuntó con la cabeza hacia la puerta. Seguí la dirección de su pera hacia los cuerpos pesados que en silencio se desplazaban por el centro de la ciudad. Es lo que pasa los días de humedad, el pelo se te eriza, un calor sedoso se te pega al cuerpo sin importar la cantidad de veces que te metas abajo de la ducha, y un aburrimiento inmenso se apodera de tus piernas que se resisten a caminar.

Estos días todo te pesa más, excepto el pelo que agarra volumen. No hay sonrisas en las caras y el silencio alimenta esa desazón compartida por el transcurrir tan lento de esta tarde de agua que nos rodea sin caer. ¿Cuándo va a empezar a llover?

Lo miré a los ojos y los vi tristes. Él no sabía más qué hacer. Ya había leído todas las páginas del diario una y otra vez. No había prendido la radio ni la tele. Sólo estaba con él ese silencio y la visión de los cuerpos desanimados que andan por la vereda sin voluntad. Me abrió la puerta del ascensor y la cerró. Qué se le va a hacer.

Mi ventana a Montevideo
La ventana de mi cocina
En la foto también hay gente
La ventana del living de casa
Eco
18 es un tango
Pasta con tuco
Montevideo en silencio
¡Por fin!
Antes de la tormenta
Color de noviembre
Fill in the blanks
Amanece
Despegue
Un espejo de regalo
Salir de ronda
Un verano a la sombra
El fin del año
Los amables extraños
¡Feliz año! ¡No dejen de soñar!
Bailar el tango
Los anfitriones del viento
Los anfitriones del viento (2)
Los anfitriones del viento (3)
Un sonido fresco
Los unos y los otros
Milonga en Montevideo
Caen pingüinos
Por acá sopló
Martes de carnaval
Marzo
Casi lunes
Ser mujer en Uruguay
La rambla de Pocitos
Playa Pocitos
Salimos a caminar
La rambla, es mía
Humedad

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