domingo, septiembre 19, 2010

Me fui a Barcelona

Barcelona ¡Guay!

http://barcesole.blogspot.com/

lunes, julio 19, 2010

Haciendo agua

La rotura de la primera bolsa fue calurosa. El agua conservaba algo del hervor original que se esparció para desaparecer entre las sábanas. Mis pies sintieron la tibia caricia que luego sonó a cachetada, con esa humedad fría subiendo desde el colchón. Me fui al otro lado de la cama tendido y helado al primer contacto pero que de a poco fue absorbiendo temperatura de mi piel. Finalmente me dormí.

La segunda vez desperté con frío en todo el cuerpo. El sueño me había distraído de la pequeña rotura que goteando me empapó las piernas y el camisón. Me levanté de la cama, me cambié la ropa y prendí el secador para intentar secar el lado húmedo del colchón. Después volví a acostarme.

La tercera vez fue ayer. La bolsa era nueva, no tenía más de dos noches en mi cama, el plástico conservaba esa firmeza del material reciente y el olor intenso a polietileno. No es que fuera particularmente encantadora; simplemente servía para dar calor. Poco duró el servicio porque a la tercera noche una abertura que se avizora apenas al lado del cierre de rosca –y engaña porque uno cree que lo que pasa es que no cerró bien el tapón, pero no: es un pequeño y despiadado agujerito que deja salir el agua que prolijamente se acomoda en un solo charco sobre el colchón. Esta vez no me levanté de la cama. Sin abrir los ojos, manoteé la bolsa y la tiré al piso. Moví los pies hacia un lugar seco –ya no tibio- y volví a dormir. Al despertar vi al lado de la cama al resto del agua sobre el parqué de madera. Limpié con un trapo el piso. A la bolsita me dió no se qué tirarla porque parece nueva.

martes, julio 13, 2010

Amanda Berenguer, desconecto / ...

desconecto /
levanto la tapa de los sesos /
y me siento en el brocal redondo de ese pozo /
en el borde del hueso de la frente
como un pescador de caña
con las piernas y la mirada hacia adentro /

se observan sustancias tensas
donde cae el anzuelo y se hunde /
mis ojos / focos de luz /
señalan el recorrido / y se sumergen /

hay materias / intercambios
de estrategia finísima
que sucumben ante mágicos transistores /

más adentro se excita la neurona reina
de largos pelos / escapada del caos:
un émbolo incesante la viola /
la deja / la penetra / la suelta /
círculo integrado / sí / y no /
fibrilando entre dudas /
entre diodos salvajes /

yo observo y soy observada /
y atentamente percibo
el bamboleo de las piernas
del pescador de caña /
el golpe de los pies / dándose
contra la pared interior del frontal
a la altura de mis cejas /

con un gesto lento en abanico
de mi mano izquierda / despejo
ese apenas palpitante dolor de cabeza
que me sirve de apoyo
como un mojón o término prehistórico /
-¡no golpeen ahí, por favor! les grito /

estar adentro es estar afuera/ quizá /
seguí derivando /
iba en el agua sagrada a la pesca
de bestezuelas memoriosas /

pensé: cerrar la tapa de los sesos /
y mis piernas se ubicaron / rápido /
debajo de la mesa en la que escribo /

muy cerca / nuestra perra Inga
duerme arrollada / negra /
sobre una manta color caoba /

Setiembre 1991 - junio 1992

Amanda Berenguer, El pescador de caña

(1921 - 13 de julio de 2010)

viernes, julio 09, 2010

Un montón de cosas rotas

Las caravanas nuevas se me rompieron el día del portazo y la puerta capaz que también se estropeó. Desde entonces todo se hace pedazos: se me enganchó la uña con la media y se rompió, primero la uña, después la media. La olla ya no aguantó ser quemada al fuego y se agujereó. Tampoco la bolsita de agua caliente resistió el calor. Ahora gotea. Todo está estropeado. Sin embargo, las dos copas están ahí, detrás de la puertita de madera y vidrio que las protege, aparentemente intactas sobre el estante del mueble del comedor. Pero su permanencia es una ilusión. Los cristales podrían desparramarse ahora mismo. Sin embargo, siguen crujiendo de pie y se siguen partiendo de a poco en pedacitos más y más diminutos que esperan agarrados de la nada a que les llegue el momento de caer.