Entre las tres y las cuatro de la tarde del domingo me entra una inquitud que me hace caminar alrededor de la mesa bajita que tengo en el living de casa. Mientras doy vueltas a la mesa cuento las horas de luz que quedan para saber cuánto fin de semana tengo por delante antes de que el lunes se haga sentir con la llegada de la oscuridad.
La luz se escapa demasiado rápido, incluso en verano, si es domingo. Mientras puedo miro el paisaje diurno. El agua de la playa hoy es mar azul, hasta que se corta de golpe contra el celeste del cielo. Sé que sobre las seis de la tarde el horizonte se va borrar en un oscuro profundo que empasta en negro el cielo y el mar.
Entonces tendré que prender la lámpara de pie que refleja un tinte amarillo en las paredes de mi living. Volveré a la mesa, me sentaré en el sillón en busca de reposo y del sueño me lleve derecho hacia la semana y así abrevie este sombrío preámbulo de lunes.
domingo, marzo 05, 2006
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