Le pregunté cómo estás y la miré a la cara. Ella dió vuelta los párpados hacia arriba y los enrolló con suavidad para dejar al descubierto una mirada blanca que acompañó su voz ahogada para contestar estoy cansada. Miré en otra dirección mientras el ascensor subía otro piso y me crucé con mis ojeras en un espejo. Yo también le comenté sin mirarla.
El ascensor paró en el sexto piso. Di un paso atrás para dejarla pasar, y ella caminó por delante de mí, bajó sin mirarme y dijo felicidades. Gracias, Feliz Año Nuevo le contesté mientras las puertas del ascensor se cerraban.
martes, diciembre 27, 2005
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