
La ventana de mi cocina, da a un espacio abierto demasiado pequeño para llamarse balcón que deja ver esto: los edificios de Pocitos encuadrando el horizonte, adornados por las ramas peladas del plátano de enfrente y una palmerita solitaria que no hace sombra en la rambla. Quisiera que el ruido de los motores quedara afuera de la foto, pero es imposible. Abruma.
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