Mariela se quiso ir de Montevideo, entre otras cosas, para escapar del viento. Qué lástima, no vas a poder ir a Trieste, le dije y le conté que la ciudad tiene unas cuerdas al lado de las veredas para que te sostengas en caso de que la bora te agarre en la calle. La cara de Mariela se arrugó. Voy a Barcelona, me dijo. Era una broma Mari, pero ¿pensás acaso que en el Mediterráneo no hay viento?
Los anfitriones del viento
Los anfitriones del viento (2)
domingo, enero 08, 2006
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