miércoles, abril 14, 2010

Escupida

No siento particular simpatía por las editoriales, pero a veces la cuestión no es del rubro sino de la gente. En primera y última instancia siempre se trata de esto: la gente. Resulta que a veces están los que se hacen fama de buenos tipos y se recuestan en esto para portarse mal.

La editorial había aceptado el libro, lo iba a publicar, le hicieron informe de lectura, qué reunión para acá, que reunión para allá, que fulano va a hacer el prólogo, que se le pide el prólogo a fulano, que fulano lo escribe, y pasa el tiempo, el tiempo quieto, así, con el material casi empapado de tinta en la imprenta. Entonces la llamadita telefónica que me la imaginé que debe haber sonado como esa frase odiosa: ‘tenemos que hablar’. Pero no, la reunión fue convocada para hacer ajustes al texto. Sin embargo, las palabras daban vuelta sobre la mesa, se enfriaban con el café y en un diálogo del tipo ‘el futuro te espera’ la publicación fue cancelada. Los motivos no explican.

Editoriales hay otras, la novela está escrita, la publicará alguien más, el escritor va a seguir escribiendo. Lo que me molesta es que tengan fama de buenos tipos.

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