martes, marzo 16, 2010

Sin fianza (ciega)

Cuando el aire de la habitación se llenó de fantasmas, de golpe, dejamos de vernos. Una niebla espesa me entró por la nariz y me llenó los pulmones. Me froté los ojos e intenté abrirlos pero no vi. A nadie. No te vi. Quizá saliste por la puerta de la habitación que siempre está abierta. Tanteando con las manos delante de mi cuerpo caminé hasta la ventana y la abrí. Una brisa fresca me devolvió algo de eso que se va contigo cuando tu sonrisa no está. Me quedé un rato ahí sin abrir los ojos. Escuché al viento empujar despacio el agua que con ruidos tímidos apenas se acercó a la casa. Cuando me animé y miré te vi en el muelle con los brazos en alto, haciéndome señas. Tenías las manos llenas de hollín y el buzo tapado de ceniza. En el bote quedaban unas cuantas astillas. Miré al otro lado del lago y contemplé una humareda blanca y espesa que desaparecía entre las nubes.

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