miércoles, marzo 10, 2010

Página nueva

Llegaron las 12 y nada ocurrió. Los zapatos seguían apretándome los pies, el vestido arrugándose y mi cara no era más plebeya que un minuto antes, tampoco, claro, era más azulada. Era la misma yo pero vestida de fiesta. Me irritó un poco la pequeña desilusión, hasta que me di cuenta que la noche continuaba. No había página escrita que me dijera el final. Entonces me descalcé, doblé con cuidado el vestido y descansé sobre la página en blanco.

2 comentarios:

marcela dijo...

Sole , después de mucho pensar y vivir, llegue a la conclusión que mejor ser plebeya con oportunidades de crecer que princesa recluida en palacio , ademas no se , te parece que estarán buenas las perdices? ... Me encanta cuando escribís en tu blog , suelo pasar a ver si dejas algo.

Sole dijo...

Hola Marcela! Qué bueno que te guste pasar por acá. Las perdices deben estar buenas, pero estoy segura que hay que criarlas todos los días, engordarlas y matarlas para volver a empezar. Es decir, lo que no hay es eternidad. Y se me ocurre que quien está habituado al trabajo puede encontrar más fácil esto de la cría diaria de la perdiz. Un beso