domingo, julio 12, 2009

Frío y sin palabras

La escoba quiere aparecer grande. La busqué como un detalle pero no conseguí achicarla, y así la dejé: larga, emplumada y detenida. Tan detenida como nuestra vida en este domingo de invierno; que se volvió domingo muy tarde, cuando me di cuenta que llegaba el lunes. Entonces me fui al rincón de la escoba, y lo encontré demasiado limpio. No habia letras caídas, o palabras barridas. Ni siquiera había silencio. (Como el que habría si apagara la tele donde chilla Michael Jackson: Beat it! Ya vengo, voy a bajar la voz).

Ahora está mejor. Sólo suena el panel tapado de la estufa a supergás, y el ventilador de la computadora. El silencio de verdad es tan difícil. Porque silencio no es falta de palabras. Son tus ojos hablando con los míos. La falta de palabras es otra cosa. Es andar perdido, sin bucear en el Infinito Particular. Es dejar que pase el tiempo, y sea de nuevo domingo con los papeles desordenados. Es olvidar la escoba en el rincón.

Me acerqué la estufa y me hice un té. El frío está aflojando.

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