Fui a una especie de selva, donde los colores y las texturas me acariciaban. Caminé por un túnel ancho lleno de verde y ramas en los pisos, con un aire tibio en el que me transportaba feliz. El túnel tenía varios pasajes, con grandes puertas hechas de hojas, ramitas, de especies jamás vistas. Pura vegetación. Me crucé con pocas personas. Seguí andando, atravesé tres de estas grandes puertas para llegar a un espacio donde apareció el cielo, y al costado una gran laguna azul que reflejaba el sol con intensidad. Al costado de la laguna, sobre un barranco, una familia de animales de pelo brillante, negro, bastante peludos, miraba el agua con tranquilidad. Me vieron llegar, me observaron sin moverse, y no hicieron nada. Caminé a su lado y me senté con ellos a mirar el agua.
PD: Quiero seguir soñando hasta que termine el invierno en Montevideo.
martes, junio 30, 2009
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