El color del ... veo escritas estas palabras en la pantalla y no sé cómo llegaron ahí porque me había sentado a escribir sobre el horóscopo. Me distraje un momento, miré al costado -a la granola que está dentro de una vasija de barro- y al mismo tiempo tecleé. Luego agarré un montoncito de granola con los dedos, los acomodé en el medio de la palma y me los llevé a la boca. Empecé a masticar y leí: “El color del”...
El color del invierno es gris, y su textura es pegajosa. El agua se pega en las baldosas y en las paredes donde brota como pequeñas gotitas de sudor. El color del viento es negro. Llega con voz grave y hace gritar a los vidrios, a las ramas del árbol y al pequeño gnomo que vive apretado por los latidos de mi interior. La lluvia, sin embargo, no tiene color. Es fría y cae sobre las mismas paredes y baldosas. También cae sobre mi piel que se pone pálida en invierno y que a veces, cuando el gnomo sopla desde adentro, se oscurece.
En montoncitos chiquitos me comí toda la granola, y el horóscopo de julio todavía no fue publicado. Tengo que dejar de leer el horóscopo. Me lo he dicho muchas veces. Dejar de leerlo es no mirar tanto hacia adelante, es no perder más tiempo en intentar descifrar lo desconocido, es estar más en el presente. Aunque sea otro invierno más en Montevideo.
lunes, junio 29, 2009
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