viernes, marzo 20, 2009
Las ollas en remojo
Volví a quemar ollas. Y la caldera. Olvidé agregarle agua cuando la puse a calentar y ahora larga un polvillo grisáceo mezclado con el agua caliente. Como no me pareció buena idea tomar ese beberaje empecé a calentar el agua para el café en las ollas. Pero no fue con agua -o sin agua- que las quemé. Una noche puse a calentar la carne a la leche que había cocinado más temprano en una de las ollas de tamaño mediano, mientras preparaba un arroz con ajo en otra más pequeña. Me fui a hablar por teléfono, y conversé conversé hasta que vagamente recordé la cocina. Dije esperá un momento y corrí a apagar el fuego. Destapé el arroz que durito y marrón estaba aferrado al fondo de la ollita. Le puse cif y agua, lo dejé en remojo y destapé la carne. Acá el color predominante en las paredes y el fondo era el negro. La carne que había preparado pensando en compartir sólo podía ir a la basura. Las ollas siguen en remojo y se me han ido las ganas de cocinar.
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Periquete
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