Las gotas que golpean contra el vidrio suenan como piedritas. Otras caen más suaves sobre las hojas del árbol. Hacen shhhhh al deslizarse por la hoja y luego ploc al caer en el piso del patio al que da mi habitación. Las gotas más violentas van derecho a la baldosa, allí se deshacen en un sonido seco. La lluvia que cae más lejos acompaña como un bajo. Así es el silencio en este lugar. Calmo. Lleno de pequeños sucesos, de gotas que caen y de hojas que se mojan.
La luz como los sonidos se pasea en variedad de matices cerca de la costa, dentro de la iglesia, en las calles arboladas (hay 17 plátanos en la cuadra de mi posada) o debajo de los muelles cuando se cuela por el espacio que dejan los tablones para alumbrar franjas paralelas sobre el río que descansa entre los palotes.
Picó
La calle de los suspiros
El farolito
Mañanita linda
Trasnochados
Vértigo
Oh my god!
Los de ahora...
...y los de antes.
Plaza sin toros
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