martes, agosto 18, 2009

Carreras y paseos

La gente desaparece. Hoy N se sintió mal, se acostó en la cama y murió. La parca no deja de asombrarme con sus visitas inesperadas e inoportunas. Se lleva a otros y a mí me sacude para apegarme más a la vida en cierto estado de alerta, como si tuviera que correr para que no alcance a nadie más, o apurarme para que los minutos no se pierdan. En este momento esa alerta se traduce en una firme vigilia que dada la hora podría llamarse insomnio.

La ilusión también desaparece. Curiosamente basta una mentira, una falsa disculpa o cierta cuota de hipocresía. (Defiendo a capa y espada la realidad de una ilusión, por lo cual no hay contradicción en afirmar que lo falso tapa a lo soñado). Entonces, sin esperanza por concretar el sueño, la desilusión me transporta a un lugar donde la gente camina a gusto sin ropa frente a los espejos. Y ando sin apuro por salir de ahí –hacia la puerta que se abriría con el hábil manejo del arte de la simulación- como si fuera una niña con todo el tiempo del mundo.

En esta carrera con la parca y en estos paseos entre espejos encuentro plenitud y reencuentro a la esperanza.

No hay comentarios.: