jueves, julio 23, 2009

Anhelo de sillón

El otro día me sorprendí anhelando un sillón enorme, hermoso y cómodo para mi living. Era demasiado caro y no lo compré ni en las mil cuotas que proponían. Me llevé una butaca, y me quedé con el anhelo de sillón.

El desplazamiento del objeto del deseo es lo que me sorprendió. No deseé algo para ponerme encima –como una ropa o una crema- o para hacer algo –como un dispositivo tecnológico- o algo por conocer –como un viaje-; sino un objeto agradable y mullido donde permanecer.

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