jueves, abril 02, 2009

Ausencia

Nunca me vio borracha, descontrolada o siquiera me escuchó levantar la voz. Hasta ese día fui su modelo de niña, la mujer que él buscó. Fui. Me vi en sus ojos: mi pelo largo, más largo, rubio y trenzado caía sobre mis hombros desnudos. Mi cara serena sonreía con algo parecido a la timidez. Sentí su mano sobre mi pelo y me vi estremecer. Esperé en su mirada una respuesta de mi ser: una caricia, un gesto, un movimiento que me acercara a él. Pero en su mirada permanecí quieta, en suspenso, a la espera de su mano que más cerca o más lejos me logra estremecer. Quizá fue un minuto de quietud y anhelo, o dos. Pero me sentí envejecer. Me miré en su rostro y encontré mis ojeras, el cansancio y las lágrimas de estar sin ser. Una lágrima se deslizó por mi cara, por el cuello, y se acomodó en ese hueco que asoma ante mi desnudez. La sentí detenerse, como a su caricia. La sentí. Se aquietó ahí como en un remanso. La sentí y dejé de ver. Miré a sus ojos y no me encontré. No vi mi pelo rubio, mis trenzas o mi timidez. Me levanté con frío, me acerqué a él y lo abracé. Me prendí a su cuello con fuerza, con las manos, la cabeza hundida y todo mi cuerpo pegado a él. Cerré los ojos y descansé. Sin ver, sentí mi mano sobre mi propio hombro y sentí mi cabeza caer en un abrazo a esa ausencia que aún persiste en mi piel.

2 comentarios:

tucán dijo...

muy bueno sole, no es fácil transmitir una avalancha de sensaciones en formato de texto y vos lo lográs.
beso.

Sole dijo...

¡¡Gracias Tucán!! Besos