miércoles, enero 21, 2009
La comida
Salgo del trabajo, y voy a la parada del ómnibus. Escucho el celular que anuncia un mensaje. Leo a Kao. Que si cenamos juntos, que vaya pensando en algo y más tarde vemos. Me subo al ómnibus cansada y no se me ocurre nada para cocinar. Pienso que tengo que llegar a casa, ordenar la cocina, el living, tender la cama, pegarme un baño, vestirme, ir al supermercado, y cocinar antes de que llegue Kao. El tiempo no me alcanza así que cuando me bajo del ómnibus paso por el supermercado antes de entrar a casa y trato de acordarme qué hace falta en la heladera. Agua, un queso sí, algo más para picar, un postre.... Miro la comida hecha pero no me gusta, entonces camino apurada para llegar antes de que cierre el lugar de la comida sana y ahí me hago de delicias: que las croquetas de pescado, que el mousse de limón, que las berenjenas a la no se qué. Salgo despacio, con la cartera y el bolso con las carpetas colgados de un hombro, en una mano sostengo la comida hecha, y en la otra las bolsas del supermercado. Llego a la puerta de casa y hago un malabarismo para sujetar todo mientras dejo libre los dedos de una mano para buscar la llave de la puerta. La encuentro, abro, y finalmente entro. Subo las escaleras, entro a mi casa, dejo las cosas de la cocina en la cocina y sigo al baño. Me refresco, ordeno la cocina, el living, tiendo la cama, me pego un baño, me perfumo y suena el timbre. Es Kao. Llega contento y con hambre. Entra a la cocina y abre la heladera. Se sienta a la mesa de la cocina y me pregunta si quiero ayuda. Bueno, le digo, pasame esto y aquello. Me alcanza lo solicitado y charla mientras me mira picar el queso. Lleva algunas cosas al living para poner la mesa y me pregunta si puede prender la tele. Claro. ¿No te importa si miro un poco la tele, verdad? Todo bien, le contesté. Prendí el horno, y puse las croquetas para darles un golpe de calor. Seguí picando el queso mientras escuchaba el sonido de un programa cualquiera. De pronto no entendí qué estaba pasando. Paré de picar el queso y me asomé a la puerta. Lo vi a Kao en el sillón, feliz, sonriendo, extasiado. Me quise meter en la cocina antes de que me viera, y descubriera mi sonrisa por la alegría que me contagia su felicidad. También oculté la risa que me dio descubrir que me hacía feliz cortar el queso en la cocina, mientras él estaba tirado en mi sillón mirando la tele. En el sillón donde habitualmente soy yo la que está tirada mirando la tele. Pero él me vio asomarme, aunque lo que vio fue otra cosa. Su conclusión es que yo no le cocino. Lo espero con comida hecha.
Etiquetas:
Cuentos y relatos
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1 comentario:
Horror, Sole: estás lista para el matrimonio! En todo sentido, incluso por esas miradas ajenas no del todo justas, ja ja!
Muy bueno el post.
Che, me parece que una te copió el maravilloso nombre, es el colmo! http://mexicomemata.blogspot.com/
Estos argentinos (porque vive en México, pero no es mexicana) no tienen remedio con nosotros...
Besotes 2009
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