sábado, septiembre 13, 2008

Cerraduras

Las llaves dejaron de funcionar. La puerta, que tiene dos cerraduras, quedó trancada. La cerradura dorada que está en la parte baja de la puerta de madera se desencontró con la llave, a la que atiné a sacar y volver a colocar, y dar vueltas una y otra vez. La cerradura no movía el engranaje, y la puerta permanecía cerrada. Como era de noche, tarde, opté por irme a dormir y encargarme del asunto a la mañana siguiente.

Cuando desperté, antes de buscar el teléfono del cerrajero fui con la llave dorada y le di unas vueltas más a ver si con el descanso de la noche el asunto se había solucionado. Muchas veces en sueños las cosas encuentran un acomodo. Y además, la esperanza siempre viene con la luz de la mañana. Pero la cerradura no abría, y la puerta de mi casa estaba trancada. Literalmente estaba encerrada. Puse agua en la caldera, y prendí el fuego para prepararme un café. Busqué el teléfono del cerrajero, y llamé. Me respondió una joven con voz comprensiva, y dijo: señora, enseguida le mandamos al técnico, no se preocupe. Le agradecí aunque no le expliqué que más intranquilidad que el estar encerrada me daba la cuenta que le iba a tener que pagar.

Antes que hirviera el agua sonó el timbre del portero eléctrico. Debía ser el cerrajero, pero no le podía abrir porque la puerta de la calle está trancada, y yo no podía salir de mi casa. El asunto es que el portero eléctrico de la puerta del edificio tampoco funciona; si bien escucho el timbre, no escucho la voz del que habla, y si hablo tampoco me escuchan a mí. Sin poder hacer nada, empecé a preparar el café, descafeinado y con leche descremada (tiendo a empezar las mañanas muy saludables, y luego en el correr de la tarde, a veces, un mix de frutas secas con castañas de caju, almendras, pasas de uva y maní me arruina la dieta. Escuché el teléfono. Era el cerrajero para avisarme que estaba abajo. Le expliqué que desde mi casa no le puedo abrir y le indiqué el apartamento de una vecina que podría abrirle la puerta. En pocos minutos el señor abretrancas estaba en el piso de mi apartamento, del lado del palier.

- Es la cerradura de abajo, ¿la ve?
- Sí, señora, pero necesito la llave.
- ¿Cómo le voy a pasar la llave por la puerta cerrada?
- Intente por abajo.

La llave tiene un adorno gordito, como una especie de lunar redondo que se trancaba contra la puerta y el piso cuando intentaba pasar.

- Sujete que yo tiro.
- Espere, espere, mejor empujo yo que si pasa el lunar, pasa la llave.

Entre sus tirones y mi empujón la llave pasó por debajo de la puerta, y en menos de cinco minutos el cerrajero, un hombre joven vestido de azul con una caja de herramientas, me decía que debía cambiar la cerradura y me daba el recibo de la cuenta a pagar. Le dije que si me decidía a cambiarla lo iba a llamar. Pero cuando se fue e intenté cerrar la puerta no podía hacer girar ninguna de las dos cerraduras. Así que lo llamé enseguida.

Resulta que al pasar la llave con el lunar, la puerta se había levantado de las bisagras y se había movido levemente de su lugar. Por lo tanto, las cerraduras no encajaban. El hombre volvió y a golpes de martillo colocó a la cerradura en otro lugar. Era sólo eso, me dijo. Cerré la puerta, pasé la llave, y aun no salí.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que el fainá de "El Horno de Juan" sería una buena opción para estos casos: es rico, y lo suficientemente fino como para pasar por debajo de la puerta.

Sí, ya sé... combinado con las castañas y las almendras, el fainá arruinaría aún más la dieta. Pero, ¿para que sirven las dietas si no es, justamente, para eso? Para arruinarlas con alguna excusa (en este caso de fuerza mayor) y empezar el lunes de nuevo, ¿no?

Cualquier cosa te mando un imán (que también es finito) con el tel. de "El Horno...", ¿ta?

equYs

Sole dijo...

No ubico "El Horno de Juan" pero el fainá me encantaaaa, que sea de orilla, please!. Para las dietas siempre habrá lunes :-)

VESNA KOSTELIĆ dijo...

Me maté de la risa. La meticulosidad del relato es lo más hilarante, deja ver el alma, no muy desesperada por salir, de la narradora. Beso.

voto por el fainá. del orillo, claro. y con pimienta blanca, que es para lo único bueno que sirve.

Fernanda Trías dijo...

¡Ay, ay, ay, pobrecita!

Las empanadas no pasan por abajo de la puerta, ¿no? ;)))

Sole dijo...

Brujitas, a Vesna decirle que por ir a una de esas maravillosas reuniones festivas que organiza tiro la puerta abajo :-)) je je y a Fer, que las empanadas me las puede tirar por la ventana!! :-))jajaja

Besos

Anónimo dijo...

Comentario de alguien que pertenece a la diaspora hace varios años.
La situacion que describiste, la manera en que lo hiciste y el tipo de persona que se nota que sos, son las cosas que hacen que todos los que estamos lidiando con nuestras propias "cerraduras" lejos del pais, quieramos despues de un tiempo volver a tratar de recuperar estos momentos que perdimos. Gracias por compartir.

Sole dijo...

Hugo, gracias por tus lindas palabras. Pero ay! es tan difícil a veces ... que el humor -cuando no se nos escapa- parece el único aliado para sobrevivir.