viernes, abril 04, 2008

Ronda de poetas

En Montevideo hay lugares donde pasan cosas lindas, como en la ronda de poetas. Anoche leyó Leonardo de Mello. Eligió algunos poemas inéditos y otros de Figuras (2007). Me encantó este Elogio del inverno-con breve mención, también elogiosa, a la primavera-:

En invierno hace frío. Uno aprecia más los hallazgos del calor. Acurrucarse en la cama, prender la estufa, tomar café, té y alcohol, claro. Meterse en un bar y pedir una grapa con limón -salve la uva- y ver a las muchachas bonitas pasar, que son como estufas animadas. También bajar por la calle con la pera contra el pecho y el cuello del abrigo subido como si aún se estuviera arropado.

Una cosa que tienen los inviernos, sobre todo los últimos, es la inconstancia. A veces los días reniegan de su naturaleza invernal y uno se siente inexplicablemente feliz. Supongo que opera algún tipo de analogía. Se sabe que en invierno hay que sobrellevar el frío, como se sabe que en la vida hay que sobrellevar la existencia; de pronto nos sacan el frío y es como si nos licenciaran del oficio de existir. Dan ganas de volver a meterse en un bar, pedir una cerveza helada y tomarla con el codo en la ventana abierta; o irla de excéntrico y buscar una heladería.

Esas trampas a la desgracia no duran mucho; el calor en el invierno, tampoco; así que todo cierra y uno vuelve a sentirse feliz, hasta cuando es desdichado.

Las calles están desiertas más temprano en invierno. Como no hay extraños en la vuelta se piensa en los conocidos, qué bien se la pasa con este o aquel, qué bien se la pasaría con aquella. Se vuelven los ojos a la ciudad, a lo enorme y compleja que es cualquier ciudad, a la maravilla de que un grupo de personas que es incapaz de ponerse de acuerdo en la preferencia por los gatos o los perros, haya sido capaz de crear algo tan extraordinario. También se piensa en la gente que ya no se verá jamás. Necesariamente en aquellas que se desearía volver a ver, en los momentos de felicidad compartida, luminosos, y, por lo tanto cálidos y, como la primavera está próxima, la pérdida no parece tan irreparable.

Antes de que uno se entere cuánta gente murió de frío empieza a hacer calor. Y la primavera es linda porque hace calorcito.

Leonardo de Mello
http://figurasdemello.blogspot.com/

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