domingo, octubre 28, 2007

Desde el árbol (2)

La ropa estaba casi seca cuando volví a mirar las gotas. La luz caía con trazos anaranjados y el aire era más frío. Solté el pie derecho para buscar con los dedos estirados la rama de abajo. Despacio, estirando los pies y sujetándome con las manos, avancé hasta la rama más baja y de un salto me tiré al piso. Estaba calentito, y seco. En el salto enganché mis pies en la cuerda y la arrastré con la ropa, que se me cayó arriba. Olía a verano. Me levanté, agarré entre los brazos las prendas y las sacudí un poco. Acomodé la cuerda y volví a colgar las remeras, los dos pantalones y la pollera. Me llevé colgada en el antebrazo una blusa que ya estaba seca. Entré a la casa con esa sensación parecida a la felicidad que se huele en la ropa que se seca al sol estos días de verano.

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