En ese lugar adentro de Uruguay que no es Montevideo al que le decimos 'afuera' las cosas no son como en la capital. Cuando entrás a un comercio no alcanza con decir por favor o gracias, hay que intercambiar unas palabras más, preguntar por la familia, hablar del clima, contar una anécdota, en fin, sacar a pasear al ser social.
En esas charlas se habla de la infortunada muerte del panadero que dejó al pueblo sin pan casero; del barco que volvió solo después que navegó hasta altamar y ahí tiró en aguas profundas al joven novato y al viejo pescador que se quería despedir del mar. Lo mismo se habla del lugareño que hacía una changa cuando llegó la impositiva y terminó en la cárcel porque de un palazo llevó al inspector al hospital.
jueves, diciembre 21, 2006
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