martes, febrero 14, 2006

t-e _a-b-r-a-z-o

Mi amigo está triste y no sé qué palabras regalarle, no las encuentro. Entonces me callo o hablo del almuerzo ¿qué comiste hoy? Hace calor digo, mucho calor. O sólo le mando un beso. Él a veces responde y otras se queda en ese silencio. Me esfuerzo en pensar otras palabras pero me saltan letras con lágrimas y las desecho. Entonces deletreo a-b-r-a-z-o y estiro mis manos, mis brazos y lo envuelvo en silencio.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me preocupa la desaparición paulatina de otro tipo de virginidad, ni tan visible ni tan carnal. Hablo de la pérdida de las ilusiones, la idea errónea de que lo más importante del amor es el placer físico. Se niega el valor de la espera, la impulsividad domesticada, la ternura que sublima cada poro de la piel. En la desbocada carrera de la sensualidad se queman las etapas, se llega cuanto antes a la penetración física, cuando bien sabemos que la dulce impaciencia, el ceremonial olvidado del cortejo que hasta los animales, salvajes o domésticos siguen practicando en pleno siglo XXI, la sutileza de las caricias tienen como meta esencial utilizar nuestra piel perecedera para llegar al alma, epicentro de nuestro ser profundo. El después significa todo lo que queda por decir. Si mueren las palabras, se esfuma la ternura, significa que nunca hubo nada, solo queda el chuchaqui, llega la resaca. Retroceden las olas como si nada hubiera pasado. Se instala nuevamente el tedio, prima la desolación. El mal llamado amor se limita a esporádicos terremotos sensuales que sacuden el cuerpo hasta el brevísimo éxtasis. El alma queda con hambre, con sed, aquel deseo de alcanzar lo absoluto, lo eterno. El amor nos hace más humanos o más animales. Cocteau dijo: “No existe el amor sino las pruebas de amor”.

Anónimo dijo...

sole, soy yo. Me gustò "Entonces deletreo a-b-r-a-z-o y estiro mis manos, mis brazos y lo envuelvo en silencio"
Y por eso te puse el susodicho (el dicho de arriba) porque' tocaste los extremos limites del ser...

Antonio

Sole dijo...

Puede haber mucha ternura en el silencio, si el silencio es blanco. Una vez se me ocurrió preguntarle a alguien de qué color era su silencio, porque si era blanco entonces estaba lleno de colores, de posibilidades, de ternura, de esperanza. Pero si el silencio era negro entonces sólo quedaba la desolación. Me parece que los cuerpos como las palabras tienen tiempos de encuentros y desencuentros con silencios blancos y silencios negros. Y estoy convencida que no podemos andar por la vida con nuestros cuerpos separados de nuestras almas y de nuestras palabras y lograr sobrevivir a los silencios. Nos moriríamos de tristeza.