martes, enero 17, 2006
Arruga
Se asoma en el borde del ojo, contra la nariz. De ahí sale cortando la ojera, más oscura, más profunda, hundida en la carne. Miro de nuevo. Ayer no estaba ahí. La piel parece afinada, frágil, como se pone mi sueño cuando se llena de las caras agrias de la vigilia. Quebradiza. Se asoma y me escribe la cara. No quiero escuchar lo que dice y busco una crema que la borre. La estiro despacio al esparcir la crema, apenas rozándola con la punta del dedo. Ella se afloja, se disfraza y se va. Chau. Esta mañana no quiero verte.
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Periquete
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