sábado, octubre 29, 2005

El médano

La naturaleza me aterra. Hay ranas en el baño, apereás en los juncos cercanos a la casa, un panel de abejas en la chimenea del rancho de adelante y una variedad de insectos adentro de esta casa. Las luces están apagadas para que los bichos no se acerquen. Aunque prendí la luz del frente y la del parrillero del costado, para que cuando venga Andrés, tenga alguna referencia para llegar.

Andrés salió a caminar. Yo no quise y me quedé acá, sentada en el living-cocina-comedor del rancho, sobre la cama marinera, en la oscuridad. Cerré la puerta del baño donde hay dos pequeñas ranas saltarinas. Una está adentro del bidet. La otra está pegada a la pared. Para llegar al water me tapé la cabeza y el cuerpo con el pareo. Me apuré a mear, tirar la cadena y salir. Cerré la puerta y dejé a los batracios ahí.

Para llegar al baño hay que cruzar el dormitorio donde hay una cama tendida y bolsos dispersos, un armario enorme despidiendo olor a humedad y una ventana cerrada con las cortinas corridas. Andrés prefiere dejar la ventana de ese cuarto abierta pero yo la cerré apenas se fue. Si está abierta entran bichos y además Juan, el hombre que nos dio la llave de la casa, nos advirtió que cerráramos las ventanas cuando se fuera el sol.

Volví a tirarme en la cama, pero antes prendí un espiral. Desde acá lo veo como un punto naranja, silencioso. Me llega ese olor seco que ahuyenta a los mosquitos de esta habitación. Se acerca una tormenta. El cielo se asoma azul y negro entre las cortinas.

Hay cuatro aberturas en esta habitación: dos puertas y dos ventanas. Un aire fresco entra por la puerta principal y la ventana que tiene al lado. La otra puerta comunica con el dormitorio desde donde sólo llega calor y oscuridad.

Escucho el mar y puedo sentir como rompen las olas en la orilla. Sólo hay un médano entre esta casa y el océano. Al romper pausado del agua se une un canto apurado y agudo que llega de todos lados en sonidos cortitos y repetidos uno al ladito del otro. Son los grillos que no dejan de cantar.

Ya es de noche y el viento se enfrió aunque no es muy intenso. Las cortinas bailotean. Mi mirada se acostumbró a la oscuridad y vi algo que me cayó sobre el pie. Algo con seis patas finitas, largas, y gran agilidad. Salté de la cama y me levanté a prender la luz. Agarré el pareo, dejé las luces prendidas, y salí a buscar a Andrés.


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3 comentarios:

Sole dijo...

No sé si el olor del espiral es "dulce y seco" o sólo "seco"

MAD Mike dijo...

No podria garantizar que sea dulce y seco.... se que es seco, pero no dulce. Además el dulce atraería a mas bichos, no?
Me encantó tu post. Tenés una forma de escribir muy light, diría casi que monótona, sin querer sonar decortés. Me dio mucha paz. Me dejó pensar. Por un momento me sentí solo, pensandote en esa casa, con la luz del parillero y la ventana cerrada. Después te vi huyendo de los bichos, y me sentí mejor cuando saliste en busca de alguien.
Saludos y felicitaciones.

Sole dijo...

Mad Mike, gracias (muchas): por contarme lo que te pasó cuando leías, por contestar a la duda sobre el olor del espiral y por opinar sobre la forma de escribir. Saludos.