Michel tiene el pelo largo, rubio y lacio. Las uñas sucias también son largas. Tiene el cutis tan blanco que no puedo dejar de mirarlo. Las ojeras se le dibujan como quiebres delicados sobre una porcelana. La nariz se le integra al rostro con armonía geométrica junto a los ojos azul claros y los labios rojos. Me acerco un poco para escucharlo con más atención y me concentro en sus labios rojos que son finos y se mueven con lentitud. Pero las manos de Michel me distraen. Sacuden algo entre su rostro y el mío como si quisieran espantar a una mosca que nos estuviera zumbando.
Antes de hablarnos estuvimos un rato sentados uno al lado del otro y entre muchos otros que se sentaron junto a nosotros en la esquina de una de las salas del ferry que cruza el canal de la Mancha. El sillón acolchonado de azul que cubre por completo la curva de ese rincón es uno de los pocos asientos cómodos para los que viajamos toda la noche sin camarote.
Michel tiene una mochila muy grande de color naranja recostada sobre sus piernas. Habla en voz baja con un poco de recato para que los que nos rodean no escuchen. Me cuenta que le gusta tocar la guitarra, que es economista y hace un tiempo que se tomó vacaciones de su trabajo porque estaba estresado. Mientras habla sigue sacudiendo la mano delante de su cara. Una tela de araña crece entre nosotros y le hace cosquillas porque choca con su nariz entonces sus manos insisten en romper esa tela que la araña invisible vuelve a tejer y a crecer.
Le dije que sí con la cabeza aunque sólo veía el movimiento de su mano. Entonces me agarró del codo y me invitó a levantarme. Lo seguí hasta el otro rincón donde no hay sillón y lo vi recostar su mochila esta vez para usar como almohada. Puse mi bolso al lado de su mochila, me acosté y me tapé con la campera. Michel me miró y sacudió la cabeza porque ahí también hay telas de araña.
Las vio por primera vez cuando viajaba en el tren hacia el puerto de Ostende desde donde zarpó el ferry. La cosquilla picante de ese tejido lo despertó de golpe y sintió la cara tapada de una red babosa y delicada que era bastante espesa porque la araña había tenido mucho tiempo para hacer su tela mientras él dormía.
Desde entonces no descansó para evitar que la tela fuera demasiado espesa y le quitara la respiración durante el sueño. Pero después que bajó del tren se dio cuenta que la araña no esperaba a que él durmiera para tirar hilos frente a su rostro y entonces tenía que andar sacudiendo cada tanto el tejido que la araña insistía en construir.
Le miré las pestañas invisibles y me imaginé que ahí se escondía la tejedora así que le dije no te preocupes dormite que yo me encargo de la molesta araña y después te despierto y duermo yo. Quedamos en eso y él cerró los ojos y la piel blanca se hizo menos tensa cuando se durmió. Sacudí mi mano sobre su cara como abanicándolo, dándole un aire suavecito y sin querer le acaricié las mejillas casi imberbes. Michel no se inmutó y siguió durmiendo bajo la palma de mi mano.
Bostecé un par de veces y me acurruqué sobre mi bolso con el cuerpo de costado para seguir balanceando mi mano derecha sobre la cara de Michel. Donde estoy pensé cuando me despertó un cosquilleo picante sobre el cuello. Michel estaba con los ojos abiertos al lado mío, recostado sobre su mochila. Sentí mi mano derecha pegada a su mejilla. Miré y vi un entramado firme entre mis dedos, su cara, su piel y la mía. Quise mover la mano para romper la red pero el tejido se había endurecido. Moví los ojos y vi mi cuerpo atascado dentro de un capullo junto al cuerpo frío de Michel.
La siesta con Michel en Pimba!
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lunes, septiembre 26, 2005
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5 comentarios:
Ya cambié el final. Voy a leerlo después a ver qué me parece. Estoy descubriendo que esto del blog es una maravilla para editar los textos! En un doc dentro de la computadora conviven versión 1, 2...n. Acá sólo existe la última versión.
No estoy segura si ese "ya" va o no va...hoy tengo ganas de sacarlo y decir: "Moví los ojos y vi mi cuerpo atascado dentro de un capullo junto al cuerpo frío de Michel."
en lugar de:
"Moví los ojos y vi mi cuerpo atascado dentro de un capullo junto al cuerpo ya frío de Michel."
Si alguien quiere participar en este monólogo, encantada :-)
Me gusta más con el "ya"
Saludos
Rossana
lo estuve pensando detenidamente, y no llegué a una conclusión sobre el ya, en cambio creo que lo que no me gusta es el cuento :-)
R
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