sábado, noviembre 07, 2009

Espejos

Cumplir 40 tiene algo de reconciliación con uno mismo. Te acercás con cierto temor a esa sensación de llegar a no sé dónde en ese momento en que todos los cronómetros que estaban palpitando se detienen. Hay un hombrecito sin rostro y con el cuerpo encogido que está apostado al lado de un camino, y en ese momento cuarenta detiene el reloj y te clava la mirada. Bueno, ahora estoy en no sé dónde; con ese hombrecito que sigue ahí, inmóvil. Lo miro y desvío los ojos y lo que veo al intentar evitar la mirada del hombre encogido, son cientos de miles de espejos. Los hay rotos, y duelen un poco, otros brillan, y algunos se asoman debajo de una tela. Muchos son conocidos y previsibles.

(Interrupción: suena el teléfono. Es mi tía que se quiere disculpar porque no va a ir a mi cumpleaños porque se cansa mucho. Dice que no quiere estorbar. Le digo que no molesta, pero que si no quiere ir que no se preocupe porque sé que me desea un feliz cumpleaños. Mi tía exclama: “¡Ay sí! ¡Un feliz cumpleaños y un novio!!”. Lo que tengo que hacer es que rezarle a San Antonio –sigue diciendo- porque si me ha encontrado dos o tres cosas que se me han perdido, podrá encontrar un novio para vos. Pero vos tenés que ayudar, me increpa. Bueno, tía, vos rezá, le digo, a ver si eso la deja tranquila y la desanima en el impulso de tomar otra clase de medidas como intentar averiguar la vida del vecino que se mudó solo a su edificio, o preguntarle al rematador de cuadros, que le encanta para mí, si tiene hijos, en un intento por deducir si está casado).

Estaba con los espejos previsibles cuando sonó el teléfono. Cuando colgué seguían ahí. Igual que el hombrecito. Encontré algunos espejos borroneados, muy livianos, que cuando los miré desaparecieron. Eran sombras que había que dejar ir. Seguí caminando entre los espejos, aliviada, y sentí una cierta gratitud hacia el hombrecito. Me acerqué con curiosidad a uno de los espejos sin descubrir. Sacudí la tela y algo me encandiló, me sacó de no sé dónde y me trajo de nuevo hasta aquí.

3 comentarios:

Cala dijo...

El minuto cuarenta, a algunas nos llena de interrogantes . Balances obligados , se nos vienen a la mente cuando nos miramos en todos esos espejos que comienzan a aparecer por la casa.
linda reflexión, me vi reflejada
besos

Anónimo dijo...

Yo no logré ver en el espejo mi imágen, me distraje con los hermosos marcos que rodean los espejos....no me importó, quizá no sea a los 40, quizá me encuentre en otro momento.

Sole dijo...

Anónimo, si sos nene mi hipótesis es que eso les pasa a los 50 ;-)