El taxi anda tranquilo por la Avenida Ricaldoni, al costado del parque mientras se acerca a Avenida Italia. La mirada se me va por la ventana hacia el verde incluso en estas mañanas invernales donde se puede encontrar siempre a alguna persona que corre, hace estiramiento o yoga en el parque. Los árboles, el monumento, y la gente andando siempre me cautivan. Con el ojo en la naturaleza y el oído en la radio escuchando a Darwin Desbocatti me dejaba llevar sin apuro.
A pesar de mi tranquilidad de repente me pareció que hacía mucho rato que el paisaje por la ventana no cambiaba. Miré a mi alrededor y vi que los autos avanzaban a los costados del taxi. "¿No arrancamos?", le pregunté al conductor. El hombre no respondió. Entonces estiré el cuello para acercar de alguna forma mi cara a la mampara para hablarle más fuerte, y ahí lo vi. El taxista tenía los brazos caídos sobre los costados, el rostro afable, el cuello curiosamente erguido y los ojos plácidamente cerrados.
domingo, junio 14, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario