Tiene las piernas muy flacas envueltas en un pantalón azul; el pelo largo y la barba blanca. No sé calcularle la edad a la gente y a este hombre me resulta aún más difícil porque su descuido seguramente lo avejenta un poco. Es alto, anda erguido y camina con pasos largos. Mientras avanza gira la cabeza a su derecha y grita: ¡Andá a pedirle a tu madre! ¡Yo no te voy a dar nada!.
Te dije que este muchacho nos iba a traer problemas, comenta en tono más bajo hacia el otro costado. La mañana es fría y la vereda gris por la que camina está vacía. Llega hasta la esquina y entra al quiosco donde consigue un vaso de plástico con agua caliente. Lo veo pasar de regreso, tranquilo, sin discutir, con las dos manos pegadas al vaso que sostiene cerca de la cara para dejar que el calorcito del agua que se le entrevere con la barba.
Podría llamarse Juan o Germán o Gustavo. Podría llamarse José.
martes, junio 16, 2009
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1 comentario:
Ah, sí... estas instantáneas urbanas que siguen reverberando, no? Qué bueno para tus lectores que vayan a parar al blog.
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