“Hace varios días que estoy en este pueblo, esperando el tren. Es como un pueblo perdido, olvidado, como un pueblo fantasma del lejano oeste. Parece estar a miles de kilómetros de cualquier otro lugar habitado, parece enclavado en medio de un desierto; un pueblo que nace por accidente, por azar, o por la voluntad de un solo hombre. Muchas veces he soñado, o mejor dicho descubierto mi anhelo secreto de fundar un pueblo. Nada trascendente: un pueblo como éste, casi solamente una estación de ferrocarril. No una fabulosa estirpe que lleve mi apellido sino un lugar como éste, sin parentescos o amistades. Un lugar de paso, junto a una carretera entre dos grandes ciudades muy distintas entre sí, donde los camioneros se detengan un momento a comer un resfuerzo o a tomar una copa; pero, mejor aun, una parada de ferrocarriles. Nunca descienden pasajeros. Nunca viene nadie al pueblo; nadie se va.” Siukville, Espacios Libres. Mario Levrero. Punto Sur (1987)
martes, abril 14, 2009
Lean Siukville
Quiero recuperar esa sensación infantil de cambiar de mundo y suspender la vida cuando abro un libro. Hace una semana que busco una lectura que me agarre de la nuca y me lleve como cuando era niña y me tiraba en el sillón del living a leer. Pregunté qué fue lo último que leíste que te atrapó así, pero no obtuve respuesta. Anoche volví a revolver mi biblioteca y me reencontré con Mario en sus Espacios Libres. Ahí, hay un cuento que me urge alentar a que sea leido. Se titula Siukville. Acá va un párrafo:
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