Como un grito sordo, apagado, resuena en esta habitación la caída de millones de gotas de agua. El zumbido de algunos motores que pasan acompañan con prudencia el silencio de esta mañana. Es domingo, un domingo disfrazado en medio de estos feriados de carnaval que duran hasta el martes. No hay apuro por pensar en mañana. Faltan unos días más.
Este detenerme en la lluvia me trae más de la calma que empecé a encontrar cuando salí de la capital. Dejé la obligada rutina, y salí con mi piel hasta esta playa que tanto me repara. Este pequeño viaje es un desvío en el tiempo que crea este lugar apacible donde me encuentro.
domingo, febrero 22, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario