miércoles, noviembre 12, 2008

Una antigua opulencia

"Una de las cosas que guardo de una antigua opulencia es la costumbre de no levantarme de la mesa a la hora de comer", me dijo hoy mi tía en vísperas de cumplir sus 96 años. Ella que hasta ahora se levanta de la mesa porque, según dice, la señora que la acompaña no sabe hacer las cosas bien. Tampoco el herrero hace las cosas bien, ni los médicos, ni la casa de comida últimamente cocina como antes.

Últimamente mi tía cambió la voz. Hace ya varios días, dice mi madre, que habla con voz de viejita. Cuando conversamos, cada tanto en su charla protesta porque no le sale un nombre. Ay tía, le digo, yo tampoco me acuerdo del nombre de esa señora -lo cual es verdad- y sigo conversando. Pero ella pelea con la memoria, como peleó con todo lo que hay que pelear en esta vida, y antes de terminar la charla me dice como aliviada: ¡María Angélica!

1 comentario:

Fernanda Trías dijo...

¡Amo a tu tía!

Y me encanta cómo lo contás ;)