domingo, mayo 25, 2008
El cementerio de los placeres
En el cementerio de los placeres se respira un aire calmo, tan quieto como las pequeñas criptas color tiza que ocupan el lugar. Una corona árida, espinosa, de ramas sin hojas rodea y esconde el terreno. Avancé entre esas ramas que te lastiman un poco al entrar. Los rasguños te dejan un dolor sordo, constante, que se parece al recuerdo. Entre las criptas hay un camino marcado de pequeñas piedras oscuras, ordenadas, que invitan a pisar con suavidad. Todo parece estar perfectamente en su lugar como en un jardín suizo, pero descolorido. En este jardín de entierros sólo hay espinas sin flores, ramas sin hojas, luz sin colores, sonidos sin música, texturas sin piel, miradas perdidas; sólo hay olvido.
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Periquete
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