Me aferro a las letras, las entrevero, las ordeno, las estiro. Junto las vocales, las enredo, y las dejo caer. Giro la cabeza para mirar de cerca, pero no te veo.
Entrevero de nuevo. Coloco las palabras en orden. Me acerco y leo: busco tu abrazo. Pero no te encuentro. Dejo de jugar con las letras, y observo cómo se avecina silencioso el anhelo.
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