viernes, agosto 03, 2007
Tarde de invierno
La ventana está desoladora. No quiero ni enfocar la lente. El río marrón, agitado, tira unas olitas rabiosas contra la arena húmeda. El asfalto brilla después de horas y horas de recibir agua. Se escucha un ruidito a lluvia, a charco, a baldosa floja. Y el plátano desnudo y amarronado se sacude de un lado al otro. Acerco las manos a la hornalla y por un rato miro los colores del fuego y de mis uñas pintadas.
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Mi ventana a Montevideo
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