El regreso de la vida privada a la vida pública tiene diferentes grados de rechazo y aceptación. Cuando esto sucede en la tele uno siempre puede cambiar de canal o apagar. Cuando se trata de la publicidad en general me apago yo, entro en modo stand by, hasta que algo me llama la atención. Algo como la repetición del tema "la vida de los intestinos" a través de testimonios personales que son parte de una suerte de guerra de yogurts y remedios para acelarar el tránsito. La gente se pone en frente a una cámara con cara de disgusto, y luego de tomar la poción publicitada, se enfoca a la persona que aparece relajada, más linda, en definitiva feliz de haber movido sus intestinos.
La publicidad aplaude como se les hace a los niños cuando aprenden a ir al baño: ellos avisan a toda la familia su intención de hace caca y cuando lo logran en el recipiente adecuado la familia se llena de sonrisas y dice "viva, viva". Esto tan dulce con los pequeñines resulta curioso con los adultos. Los vecinos de la esquina colgaron de su balcón una bandera que anuncia a todo el que pasa que tienen problemas para hacer caca y que aceptaron el desafío de consumir cierto producto para ver si tienen suerte. Ya estoy viendo a todo el barrio en la vereda, en la calle gritando "viva, viva" cuando cuelguen el cartel que nos avise que felizmente los vecinos están más livianos.
jueves, agosto 02, 2007
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