miércoles, mayo 16, 2007
El canto del gallo
Elegí cuatro tomates chicos, casi un lujo en estos días de verduras caras. Arranqué una bolsita de nylon de la esquina del puesto y recorrí con la mirada los cajones de madera llenos de frutas. También voy a llevar peras y bananas, le dije a la muchacha que atendía el puesto, una mujer joven en esa edad difícil de calcular, que puede ser de veinte para arriba hasta treinta y demasiados. De pronto un gallo cantó. Y volvió a cantar. Miré un poco sorprendida a la muchacha porque no se acostumbra ver animales vivos en esa feria. Ella también me miró, y me dijo: "Ya vuelvo. Está cantando el gallo". La vi alejarse a la parte de atrás del puesto. Miré para ver si se acercaba a alguna jaula, o a un cajón lleno de plumas, pero manoteó la cartera, sacó el teléfono celular, lo abrió y el gallo, inmediatamente, dejó de cantar.
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Mi ventana a Montevideo,
Periquete
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