Alguien me preguntó: ¿es tu amiga?
(La chica tenía problemas de autoestima y entonces vacilaba entre la sobrevaloración y la autoflagelación que repartía en forma más o menos equitativa según el género de sus vínculos: con los hombres ponía en marcha la autoflagelación, y con las mujeres la sobrevaloración. Con el hombre de turno vivía un desprecio cotidiano que sobrellevaba construyendo su propio desprecio hacia los demás. Es decir, las demás. Así imaginaba que todas las mujeres deseaban a su hombre, aunque otra persona podría decir que quizá el hombre expresaba su deleite ante otras mujeres a las que honraba con flores. Pero ella perdonaba y ponía el mal en otro lugar. A veces, sus amigas también la perdonaban a ella y la volvían a recibir en sus brazos cuando el desprecio del hombre de turno la superaba. Entonces, ella se lamía un poco las heridas hasta que los abrazos amigos se le hacían despreciables, y empezaba de nuevo a creer y vivir la historia de que ella tenía ciertos poderes un tanto mágicos e inaccesibles a la humanidad que a veces compartía con sus amigas, las agraciadas de tenerla cerca que le debían -en los días de delirio más exacerbado- hasta su propia existencia. Y ahí en el punto más álgido del delirio volvía a los brazos del hombre.)
Respondí sin los paréntesis y dije sí, es mi amiga.
sábado, diciembre 09, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
2 comentarios:
ya le ganaste a galeano. El libro de los abrazos. Sigo creyendo que estas pronta para publicar.
Los fragmentos perdidos de Heraclitos por Sole..etc.
un abrazo largo como una lenta espina
A.
¡Gracias A.!
Publicar un comentario