El presidente de la república bolivariana llegó a Montevideo y fue hasta el Prado, barrio donde está la casa oficial de los presidentes en Uruguay. Un montón de gente gritaba enceguecida y metía las manos a través de las rejas de la residencia oficial para tocar al hombre con una euforia tal que hacía pensar que se trataba de la visita de Lenny Kravitz, Robin Williams o el bonito que dejó a la actriz de Friends y se casó con la modelo. Pero era Chávez pronto para desayunar con Tabaré Vázquez, el presidente de Uruguay.
¡Viva América Latina socialista! se escuchaba. También se escuchaba una voz que resaltaba fuerte sobre las demás y repetía una arenga para que los presidentes expulsaran a las multinacionales de la región. Era alguien de un movimiento pro-pro-pro-no-se-qué con algo bolivariano en el título. Sonaban las vivas y Tabaré Vázquez sonreía. Chávez estiraba las manos, me parece, no sé. De golpe el asunto se me volvió todo García Márquez: resulta que los presidentes fueron hacia el jardín donde había un desayuno servido esperando debajo de un árbol de tilo. Allí, con el aroma sedoso de la tila desayunó Chávez en esta ciudad.
Después se levantó, arrancó algunas hojas del árbol, y con el tilo en el bolsillo se fue de Uruguay. Salió para lo de Evo donde otras hojas podrá juntar.
sábado, diciembre 09, 2006
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario