domingo, noviembre 19, 2006

Generación perdida

Fuimos a comer algo al bar Congreso. Hacía un poco de frío y entramos, atravesamos mesas llenas de gente y nos sentamos en una esquina, la que da al mar y a la calle. Afuera, al otro lado del vidrio en las mesitas que se ubican al aire libre sobre la vereda había alguna gente sentada. Alrededor nuestro, las sillas arrimadas a las mesas estaban abarrotadas de recuerdos. Charlamos, comimos, y salimos rápido como intrusas a las que les falta al menos 30 años para ser locatarias.

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