Me faltan tres años para los cuarenta y me parece poco. Es como si estuviera en una carrera en la que no pedí participar y resulta que la meta está por llegar a mí.
Me di cuenta que había empezado a pensar en el asunto el día que leí mi ficha personal en la cosmetóloga. La especialista había anotado: “le preocupan las arrugas”. Pero sobre todo lo que me preocupa es si tres años serán suficientes.
Suficientes para hacer algo de todo lo que en algún lado está escrito que tuve que haber hecho y no hice. Por ejemplo, los abdominales. O suficientes para entrar de lleno en esto de que ya no es en las posibilidades sino en las elecciones donde se disfruta más la vida.
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