Compré un libro en París a través de internet hace casi tres meses. La transacción no llevó más de cinco minutos pero el libro demoró en llegar. Tanto demoró que llegó antes el estado de cuenta a pagar con unos números en dólares más grandes de los que había calculado al comprar.
La demora y la cuenta desmesurada me llevaron a escribir para preguntar por el envío. A causa de esta consulta comprobaron que venía en camino un título diferente al que había solicitado. Por correo electrónico acordamos el diferendo en unos minutos y ese mismo día pusieron en el correo el libro que compré.
Nunca antes los libros comprados a través de internet demoraron tanto en llegar a casa y eso me hizo preguntar a la portera, al correo, y finalmente al repartidor que me entregó una caja apretujada abierta y vuelta a cerrar con una cinta adhesiva transparente y gruesa dentro de la cual estaba mi libro.
"La aduana está demorando todo lo que viene del exterior. Revisan y abren todo", me dijo. Entonces el reparto se atrasa, explicó.
Abrí la caja estrujada y adentro estaba mi lindo libro en francés que superó toda clase de océanos obstáculos errores distancias burocracias y hasta aperturas para llegar a mi biblioteca en un Montevideo que a veces se siente como el fin del mundo.
viernes, mayo 26, 2006
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