Llegué con el paquete al local que está a mitad de cuadra medio escondido si no fuera por un gran cartel con letras azules sobre fondo amarillo que dice: Correo. Una de las empleadas abría un lápiz de goma de pegar mientras me acercaba a ella en el mostrador. Justo, le dije. Sí, te vi que venís con el sobre abierto. Pasó la goma, cerró el sobre y se puso a buscar una lapicera. ¿Dónde están las lapiceras?
Me dio unos papeles con carbónico para que escribiera la dirección de envío, y una lapicera de tinta azul que encontró escondida entre los papeles. Apretá fuerte me avisó. Marqué con fuerza cada letra. ¿Así está bien? No dijo nada y sacó un sobre de nylon de color amarillo apagado, tirando a beige decolorado. Metió mi sobre ahí dentro, lo cerró y me lo acercó. Queda herméticamente cerrado me dijo tirando de la punta como si hiciera fuerza para abrirlo y el nylon se estuviera resistiendo.
¿Cuándo llega? le pregunté. El jueves, y por si no llega te voy a dar un teléfono para que llames. Mirá este es el recibo con el número del envío, esta es tu copia de la vía...mmm... no se lee pero no importa porque es la tuya, y acá te anoto este número para que reclames si no llega a destino. Agarré los papeles, y me fui un poco inquieta y desconcertada. No estoy segura de haberle dicho gracias.
viernes, abril 21, 2006
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