
Esto es lo que veo cuando vuelvo a casa de mis caminatas por la rambla. A veces, en este regreso de la caminata -no sé si será por el exceso de oxígeno- se me cruza un pensamiento reiterado: que felicidad, estoy en la ciudad más linda del mundo. Y respiro bien hondo, mientras puedo. (Pocitos está lleno de caca de perros)
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