Fue justo después del aterrizaje. No sabía que la vida podía esfumarse así. Todavía me parece verlos en la escalera. Él la agarraba de la cintura.
A ella no hubo quien la desprendiera de su lado. Lloró, pero en silencio. Le dió besos con una dulzura conmovedora y le acarició la cara apenas rozando sus dedos. Después se abrazó al cuerpo y se quedó quietita, como esperando que la muerte se le contagiara.
Te juro que quería levantarla, decirle que recién empezaba, que el amor la iba a volver a encontrar, un amor digno de toda esa ternura. Pero me quedé mirando los dos cuerpos acostados sobre el piso. Y me dio miedo. No por el que cuerpo que había dejado de latir, sino porque esa noche descubrí que hay formas más tristes de morir.
jueves, marzo 09, 2006
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